Copyright © Battro & Denham

Editorial: EMECE www.emece.com.ar

Buenos Aires, Abril 1997

Argentina

Battro & Denham: www.byd.com.ar

Email: byd@byd.com.ar
 

"La educación digital es ciertamente un trabajo de amor. Al mismo tiempo es una discusión reflexiva y detallada sobre la forma de la educación del futuro.

Howard Gardner. Graduate School of Education. Harvard
 

INDICE

Prefacio

I. Una nueva era

II. La educación y sus circunstancias

Conclusiones
 
 

PREFACIO

"Este documento  se propone presentar un panorama de la aplicación de las nuevas tecnologías digitales en la educación de este fin de siglo. En algunos casos hemos identificado aquellas que ya se emplean con todo éxito, en otros nos encontraremos con promesas a la espera de confirmación. Haremos, eso sí, lo
posible por despertar un "entusiasmo crítico" para una implementación efectiva y beneficiosa de la mejor
tecnología al servicio de la educación, es decir de la persona humana.

Se trata de un gran desafío pues, por una parte, la multiplicidad y la complejidad de las nuevas tecnologías
desbordan constantemente los límites tradicionales de las ciencias de la educación y, por otra, nadie sabe cuáles serán las tecnologías que perdurarán en la educación del próximo siglo. La explosión tecnológica es de tal magnitud que muchas innovaciones, que parecían imposibles de aplicar en el campo de la educación hace pocos años, hoy ya son moneda corriente. Esta tendencia se extiende a todas las latitudes y, a veces, un producto de alta tecnología de un país avanzado encuentra una aplicación educativa en un país periférico antes que en el propio lugar de origen.
 

En el límite, toda tecnología puede encontrar una aplicación válida en la educación. De esto se sigue que la responsabilidad de un "buen uso" de las nuevas herramientas recae plenamente sobre el educador, los
padres y los mismos alumnos. Este buen uso estará determinado por una correcta adecuación de las nuevas y poderosas tecnologías al mejoramiento del proceso de aprendizaje. El diseño de las futuras herramientas tecnológicas para la educación dependerá en gran medida de este compromiso que el auténtico educador no deberá delegar jamás en la tecnocracia o en la burocracia, ambas muy proclives a transformar las innovaciones tecnológicas en fines en sí mismos. El fin de la educación es la formación
integral del ser humano y la tecnología  es un medio que resultará indispensable para alcanzar esa noble meta.

La mayor parte de las tecnologías digitales , según los autores,  han sido ensayadas minuciosamente  en
los más variados contextos educativos y en diferentes países de América del Sur. Nuestras evaluaciones, por consiguiente, están basadas en una intensa práctica cotidiana y nos atrevemos a pensar que podrán ser de utilidad para quienes se inicien en el mundo digital o deseen continuar su perfeccionamiento en esta dirección.
 

I. UNA NUEVA ERA

Se dice que, hace miles de años, empezamos a contar con los dedos y que de allí nacieron los números o dígitos, que eran diez. Hasta que se inventó el 0. Leibniz probó que todos los números se pueden escribir con sólo dos dígitos, el 1 y el 0. Se inauguró así en el siglo XVII la "era binaria". Se demostró después que esta simplificación favorecía el cálculo automático y que las máquinas podían efectuar cualquier cálculo realizado efectivamente por un calculista humano (conocido también como "computador"). A estas máquinas se las llamó, en inglés, digital computers, computadoras o computadores digitales. A los dígitos binarios 1 y 0 se los bautizó bits, binary digits, que se convirtieron en los "elementos" de la información. Y comenzó a mediados de este siglo la "era digital". Las máquinas digitales se revelaron como "máquinas universales" y pronto desbordaron el cauce numérico de sus orígenes. No sólo sirven para hacer enormes cálculos a gran velocidad sino que los mismos dígitos binarios se pueden emplear para representar y para transmitir toda suerte de información, para procesar textos, imágenes y sonidos.

Esta prodigiosa versatilidad digital ha transformado profundamente a la sociedad de este fin de siglo y, como veremos, ha iniciado una revolución irreversible en la educación. Especialmente ha invertido el paradigma pedagógico que giraba en torno a la escuela, centro tradicional de atracción y foco del aprendizaje. La educación digital ha comenzado a distribuir el conocimiento fuera de la escuela, del colegio y de la universidad, llevándolo hacia el hogar y el trabajo, gracias al empleo creciente de la informática y de las telecomunicaciones.

La materia prima de la nueva educación es el bit por segundo, la cantidad de información por unidad de
tiempo. De allí el programa fascinante de irradiar bits por el mundo. La educación digital se basa precisamente en esta distribución centrífuga del conocimiento. El bit es un elemento indestructible, algo así como el gen hereditario que se transmite intacto de generación en generación.

Tiene una capacidad ilimitada para combinarse con otros bits y puede correr a la velocidad de la luz por las redes digitales. Los dígitos binarios 1 y 0 bastan para representar las más variadas formas del mundo continuo y cambiante, del mundo "analógico" donde vivimos. Ese proceso se llama "digitalización". Y con la digitalización nada quedará como antes aunque todavía nos resulte difícil comprender en profundidad el impacto de este nuevo modo de comunicación y de información, en particular en la educación de las nuevas generaciones.

El siguiente "experimento mental" es provocador. Si resucitáramos a un médico que practicaba la cirugía hace un siglo y lo lleváramos a un quirófano moderno, se encontraría perdido y ciertamente no podría ejercer su profesión. Por otro lado si despertáramos a un maestro que ejercía la educación también hace un siglo y lo invitáramos a una escuela de nuestro barrio, no la encontraría muy cambiada y seguramente podría dar su clase. Esta comparación (que no es nuestra, sino que hemos recogido de otros) es irritante, pero cierta. Una interpretación inmediata es que la educación no ha progresado tanto como las ciencias médicas. Sin embargo, y este es el mensaje central de este escrito, muchos son los indicios que señalan que la educación está por dar un cambio sustancial en el umbral del siglo XXI, una transformación como nunca se ha visto. Un cambio digital.

En realidad asistimos a la agonía de una forma secular de educar. En todos los niveles de enseñanza,
desde el jardín de infantes hasta los institutos superiores de investigación y enseñanza, nos encontramos en una fase de transición crítica del sistema educativo. En este punto, una levísima perturbación de las condiciones políticas, sociales y económicas puede hacer balancear las instituciones educativas hacia una regresión irreversible o hacia una nueva etapa constructiva, colmada de desafíos e interrogantes. Bastaría una onda de "fundamentalismo"

ideológico o de "proteccionismo" comercial para destruir

irremisiblemente a la educación del futuro. Sería

suficiente, en cambio, el impulso de una genuina

"desregularización" de las comunicaciones y de la

educación para abrir nuevas oportunidades a la

enseñanza y al aprendizaje de todo tipo y nivel.

Nadie sabe a ciencia cierta cómo y cuándo se

manifestará en concreto este nuevo mundo de la educación

digital, pero hay, por de pronto, muchos indicios que

anuncian el fin irremediable de la educación tradicional.

Todo es cuestión de adelantarse a ese momento, de estar

preparado para ofrecer nuevas soluciones a los nuevos

problemas, algo semejante a lo que sucedió con el

derrumbe del muro de Berlín. Personalmente estamos

convencidos de la victoria de la libertad y de la caída de las

barreras que agobian a la educación. Este libro está escrito

a partir de este optimismo crítico. Sería nuestro mayor

deseo poder contribuir a desentrañar los signos

premonitorios de este cambio y trazar algunos caminos

para el futuro de la educación. Pero somos conscientes de

nuestras limitaciones y no creemos en las profecías

científicas. Lo que sigue es una reflexión sobre lo que se

puede hacer en la práctica para provocar esos cambios

digitales que consideramos deseables.

La globalización, primer signo de cambio

No quedan dudas sobre el impacto del fenómeno de

la globalización en las relaciones humanas y en las

transacciones de todo tipo, pero debemos reconocer que

paradójicamente, hasta ahora, el principal sector que ha

resistido frontal y tenazmente a esta globalización es la

propia educación. No existe una "educación global",

planetaria, en el sentido, por ejemplo, del turismo, que se

encuentra en explosivo crecimiento y moviliza ingentes

recursos en todo el mundo. En lugar de promover esa

tendencia centrífuga que será fuente de riqueza y de

bienestar muchos gobernantes y educadores se esfuerzan

por defender lo indefendible. Se aplican tozudamente en

proteger su jurisdicción educacional, con los viejos

argumentos nacionalistas, que en este campo, como en

tantos otros, han sido superados por los acontecimientos.

Esa actitud localista y centralizadora está profundamente

errada y deberá cambiar. Además, ¿qué mejor manera de

defender una cultura local o nacional que abrirse al mundo

y hacerla conocer a todos?

Lamentablemente, cuando se proponen

modificaciones en los programas de educación para

integrar las nuevas tecnologías digitales sucede que el

punto de vista localista es tan arraigado que estas

iniciativas muchas veces sólo sirven para proteger el statu

quo, para hacer más de lo mismo. Se cambia simplemente

el "soporte" para que nada cambie... No se piensa

explícitamente en la integración de los conocimientos

dentro de una escuela, entre las mismas escuelas y entre

regiones y países.

Pero creemos que en el futuro será imprescindible

que todas nuestras acciones educativas estén diseñadas

para que también tengan sentido fuera de nuestro circuito

local. Son todavía pocos los que se atreven a impulsar la

idea de convertir a la educación en una empresa cultural

de carácter global, integrada regional e

internacionalmente, en una genuina actividad

"globalizada". En tal sentido, es bien conocido el aporte de

la escuela piagetiana en el reconocimiento de los procesos

de "descentración" y de "co-operación" en la constitución

del conocimiento. Piaget decía que "es imposible en

cualquier nivel separar al objeto del sujeto. Sólo existen

las relaciones entre ambos, pero estas relaciones pueden

estar más o menos centradas o descentradas y el pasaje de

la subjetividad a la objetividad consiste precisamente en

esta inversión de sentido". Por esta razón, tomar en

cuenta el punto de vista del otro es una condición de

crecimiento y de desarrollo personal. Comunicarse,

además, con personas de otros ambientes y culturas es

potenciar la solidaridad social y el talento individual.

A pesar de algunas iniciativas promisorias como las

asociaciones internacionales de colegios universitarios que

incluyen un intercambio permanente de alumnos y

profesores, o los sistemas de reconocimiento de cursos

superiores entre países, como sucede en algunos

programas universitarios dentro de la comunidad

europea, poco se hace aún para la integración sistemática

de la enseñanza a nivel regional o mundial. Las becas y

subsidios de viajes demuestran la conveniencia de "sacar"

a un individuo de su medio habitual para su progreso

personal y el de toda la comunidad. Es cierto que hay miles

de becarios dando vueltas por el mundo, pero son legión

los que deciden quedarse en los centros de mayor atracción

cultural. En tales casos fracasa el propósito de

"intercambio educativo", la necesidad imperiosa de

establecer una doble vía de comunicación. Creemos que,

frente a esta situación, la educación digital inventará

nuevos caminos para mantener en contacto a los

estudiantes y profesores a través de las distancias y

acercará más a todos.

En efecto, sabemos que las nuevas redes digitales

podrán revertir algún día ese proceso de dispersión y

despilfarro de recursos. Por el momento, las

comunicaciones educativas son extremadamente

restringidas y no se pueden comparar a ningún sistema

exitoso en vigencia en otros ámbitos. Consultemos

simplemente la información on line para las reservas de

vuelos aéreos o los sistemas bancarios. ¿Acaso hay algo

parecido en educación? Este es el drama actual: no hay

suficiente conciencia del inaceptable atraso en el tema de

las comunicaciones en educación. Pero el destino de la

educación dependerá, en gran medida, de la libertad para

aprender y enseñar que nos otorgarán las comunicaciones

por encima de todas las fronteras físicas y mentales.

El inglés, el nuevo lenguaje planetario

La difusión del inglés como lengua universal es un

claro signo cultural de la globalización de este fin de siglo,

pero la enseñanza del inglés como segunda lengua en la

escuela tradicional deja mucho que desear en todas partes

del mundo. No se ha tomado suficiente conciencia del

atraso que significa para la globalización el no poder

comunicarse en inglés. Una vez más la educación mira

hacia otro lado en lugar de movilizar suficientes recursos

materiales y humanos para resolver un problema tan serio

y urgente.

Mucho se podría avanzar en el aprendizaje de

cualquier idioma extranjero, por ejemplo, con un fácil

acceso a videoconferencias y a Internet desde el colegio y

desde las propias casas. Lamentablemente todavía las

comunicaciones tienen un costo demasiado alto ¡Nadie

aprendería su propia lengua si fuera necesario pagar las

horas de comunicación verbal con la tarifa vigente en las

compañías de telecomunicaciones, cuanto más para

aprender una segunda lengua! Pero esta situación no

podrá continuar por mucho tiempo debido al crecimiento

de los vínculos digitales entre las personas y a la

eliminación de los monopolios estatales y privados. En

esta tendencia hacia la desregulación vemos una luz de

esperanza para una educación globalizada.

Un cambio de escala en la educación

El acceso masivo a la educación es un fenómeno

social prodigioso en sí mismo pero que no asegura la

calidad de esa educación. ¿Cómo hacer para mantener la

calidad de la enseñanza frente a la avalancha de

candidatos, al desborde de las exigencias laborales y a la

presión social? Nadie sabe a ciencia cierta cómo proceder

con sensatez en este campo, pero nada impide que en

algún punto se combinen la cantidad y la calidad bajo

nuevas formas difíciles de imaginar aún.

Sabemos que la educación es un servicio cuya

demanda crece en forma rápida. Es el momento de

generar nuevos "empresarios de la educación" para que

procedan a derribar las murallas que siguen aislando a las

diferentes comunidades educativas del mundo y, de esa

forma, se aprovechen mejor tantos talentos dispersos.

Podemos imaginar, tal vez, un nuevo tipo de empresa

educativa globalizada pero nos oponemos frontalmente a

la idea de convertir a la educación en una mera subsidiaria

de las empresas de medios y comunicaciones. Lo que se

necesita es gente de la educación con genuina capacidad

empresaria. No empresarios que pretendan hacer

educación de cualquier manera.

Debemos reconocer que la introducción masiva de

las nuevas tecnologías digitales no ha cambiado

demasiado la intimidad del proceso educativo aunque en

muchos países, incluido el nuestro, el número de

computadoras en las casas supera al que se encuentra en

las escuelas. Es un buen comienzo para lanzar a funcionar

una educación globalizada. ¿Quién hubiera imaginado

esta distribución de computadoras hace sólo una década?

Pero aquí subsiste un problema grave y difícil de resolver:

las computadoras en las casas no siempre tienen usos

educativos interesantes y raramente están conectadas con

la escuela. Una vez más corremos el riesgo de quedarnos

en la superficie de las estadísticas en lugar de evaluar la

profundidad de los cambios educativos deseables.

En las escuelas más afortunadas "cuando se

dupliquen los alumnos se duplicarán las máquinas" pero

los niños siguen aprendiendo como antes y los adultos

enseñan esencialmente de la misma manera ¡con

computadoras o sin ellas! Es como si se evaluara una

sociedad por el número de personas que saben conducir un

automóvil, lo que no nos dice mucho sobre la conducta al

volante ni menos sobre la calidad de vida del mundo

motorizado. Por ejemplo: cuando se empezó a

"informatizar" el sistema educativo, algunos

comprobamos que no tenía sentido seguir aumentando

ciegamente el número de equipos en la escuela y que era

menester recurrir a las computadoras existentes en las

casas. Para ello implementamos algo nuevo, la red digital,

algo casi subversivo para el carácter tradicionalmente

centrípeto de la escuela, cuya regla es que el alumno "debe

aprender en el aula". Una red de computadoras, por el

contrario centrifuga las ideas, las mezcla, las hace correr

por caminos raramente transitados, permite que "la

escuela vaya al alumno". No es fácil, como se comprende,

implementar una propuesta que corre en sentido

exactamente opuesto a la modalidad fuertemente

centralizada por siglos de educación presencial, pero las

ventajas están a la vista. Ahora podemos exigir una

enseñanza distribuida, antes estábamos obligados a un

aprendizaje concentrado.

Piaget solía citar la frase del físico Ch. E. Guye que

decía "la escala crea el fenómeno". En efecto, debemos

saber que el cambio de escala provoca fenómenos nuevos

tanto en la materia como en la mente, donde el cambio de

magnitud genera con frecuencia una "catástrofe

cognitiva" a la manera de René Thom. Esto significa que lo

que es perfectamente válido en una escala deja de serlo en

otra, lo que no excluye que la transición pueda ser también

una catástrofe feliz. El cambio de escala en la educación

obliga a un cambio de actitud frente a las comunicaciones.

Por eso es triste comprobar que frecuentemente se alientan

vanas esperanzas dentro del ámbito escolar y se hace

alarde de disponer de recursos maravillosos que en la

práctica no son tales pues están limitados a unos pocos

accesos a la red digital y a un altísimo costo operativo. Es

mejor comenzar más modestamente despertando el

interés real por las redes internas de la escuela, de costo

cero, siguiendo con las comunicaciones locales a las casas

hasta poder llegar al mundo de Internet, con millones de

usuarios en una red planetaria que se expande a pasos

exponenciales. Estos cambios de escala son muy difíciles de

captar. ¿Quién puede honestamente imaginar una red

internacional de un millón de escolares si ya aparecen

problemas absolutamente nuevos con redes internas de

pocos cientos de alumnos? ¿Cómo se podría usar esta red

colosal de manera sensata, creativa y digna?

La tendencia docente más difundida es la de

defender sistemas de comunicación "controlables". Las

consecuencias educativas de esta inercia mental son

graves. Se sigue enseñando lo mismo, con redes o sin ellas,

cuando todo obligaría a inventar, en la nueva escala

global de las comunicaciones, temas que son imposibles de

imaginar y realizar en el nivel local. Para ello es menester

prepararse en forma escalonada, probando y corrigiendo

continuamente hasta dominar la escala en que uno se

encuentra. Eso llevará años. Se trata de una nueva

frontera: conquistar progresivamente nuevas escalas de

conectividad e interactividad. Esa será la manera más

apropiada de entrar en la nueva era digital.

II. LA EDUCACION Y SUS CIRCUNSTANCIAS

En lo que nos atañe hay una evidente correlación

entre la marginalidad social y las carencias

educativas. Hoy más que nunca se cuestiona la

enseñanza tradicional que en muchos casos se ha

vuelto "reaccionaria". Percibimos que se

mantiene un desfasaje creciente entre la acelerada

transformación de la sociedad, la cultura, la política, la

economía y la producción frente a los conocimientos y

valores impartidos en el aula. En efecto, nadie puede

negar que es difícil mantener a los docentes actualizados

en los temas más relevantes o interesar a los alumnos en

tareas que tienen poca vigencia en la vida cotidiana y en el

trabajo. Además, como las empresas exigen un personal

cada vez mejor capacitado, los responsables en recursos

humanos deben luchar constantemente contra las fallas

sensibles en la educación de quienes ingresan y también

contra la insuficiente capacitación recibida en el propio

trabajo.

Educación y empresa

La visión "eficientista", ahora de moda, que

pretende imponer una educación dirigida principalmente a

la producción, tiene también serias limitaciones. Nosotros

no la compartimos tal como muchas veces se la presenta.

Mantenemos que la educación va mucho más allá de la

adquisición de una habilidad, de un know how particular.

La educación es en realidad la adquisición de una

"segunda naturaleza", de un hábito mental, como decían

los antiguos maestros, que impregna toda la conducta y

todo el saber. El hábito de aprender es lo que distingue al

hombre civilizado. Pero debemos reconocer que los

cambios globales de la última década han sido tan

prodigiosos que la enseñanza formal no ha logrado

todavía incorporarlos con acierto.

Entraremos con nuevos hábitos, buenos y malos, en

la educación del tercer milenio. A nuestro entender esto es

evidente en la incomprensible marginación de la educación

respecto de las tres actividades de mayor crecimiento del

mundo, la llamada triple T de las telecomunicaciones,

turismo y transporte. Las escuelas siguen considerando a

las telecomunicaciones como un gasto y no como una

inversión esencial. La educación a distancia y la presencial

continúan en pugna en lugar de complementarse. En

cuanto al turismo son contadas las iniciativas educativas

valiosas y sistemáticas al respecto. En general se reducen a

viajes escolares de fin de curso, sin llegar a crear un

ambiente propicio para la instrucción in situ, fuera de los

muros de la escuela. Pero nadie negaría, por ejemplo, que

la mejor manera de aprender un idioma es vivir en el lugar

donde se lo habla. Finalmente, las nuevas tecnologías de la

construcción permiten crear escuelas, talleres y

laboratorios móviles, estructuras funcionales más abiertas

y flexibles, bien equipadas y transportables, y no fijas y

cerradas entre paredes de ladrillo. ¿Veremos tal vez algún

día aparecer un "campamento educativo" de nuevo estilo,

perfectamente equipado y conectado por red?

Reconocemos que el sistema educativo tradicional se

encuentra muchas veces separado del resto de la sociedad

y que ésta, incluso, la percibe a menudo, y

paradójicamente, como una rémora, un obstáculo para su

desarrollo. Lo repetimos, las instituciones educativas

como tales, son las más reacias a la globalización. Pero

aquellas que no se abran al mundo real, que no cambien

radicalmente en su modo de enseñar a las nuevas

generaciones que vivirán en el siglo XXI, serán eliminadas

por la misma sociedad, como está sucediendo con

industrias y servicios obsoletos. La educación deberá

abandonar definitivamente el aislacionismo en el que se ha

enquistado, renunciar a privilegios anacrónicos e

integrarse debidamente en la sociedad abierta.

Pensamos que en este proceso de globalización de la

educación las empresas jugarán un papel protagónico

cada día más importante. En efecto, las empresas

(exitosas) saben adaptarse a los cambios del mercado con

mucha rapidez; la educación no siempre sabe hacerlo, es

lenta y muchas veces reacciona tarde a los cambios. Las

mejores empresas conocen muy bien la relación costo/

beneficio y hacen lo posible para mejorar su producto final,

procuran una calidad total, corrigen sobre la marcha y no

esperan un examen final para rechazar un producto. En la

educación estas ideas (en la jerga empresaria lean

production) parecen extrañas, aunque algunos pioneros

han comenzado a aplicarlas. Tampoco se penaliza una

"mala práctica" en la enseñanza como en la medicina o en

la ingeniería. Los responsables no están habituados a dar

cuenta satisfactoria de los resultados estrictamente

educativos de los ingentes recursos utilizados en la

formación (demasiado prolongada a veces) de los

alumnos, como es la obligación de las empresas frente a

sus accionistas. Por eso deben ser bien recibidas las

evaluaciones externas y auditorías educativas que

comienzan a aplicarse en algunos lugares.

Por otra parte, la práctica empresaria puede ser

estimulada en el colegio, como se hace a veces con gran

éxito en iniciativas comerciales dirigidas por grupos de

alumnos (tipo Junior Achievement). A su vez, como

contrapartida, las propias empresas deberán convertirse

en centros educativos permanentes. Felizmente, son cada

vez más numerosas las empresas comprometidas con la

educación de su personal. Por ahora se la llama

"capacitación", para diferenciarla de la educación formal,

pero pronto descubriremos que estamos hablando del

mismo proceso educativo. En efecto, muchas empresas

tienen vínculos con universidades, algunas con

establecimientos secundarios y técnicos (pero muy pocas

con el nivel primario). La pregunta es: ¿por qué siguen tan

desconectados aún el mundo del trabajo y el mundo de la

educación? Y sus derivadas: ¿no podrían ambos

interactuar mejor y complementarse? ¿qué diferencia hay,

realmente, entre aprender y trabajar? ¿se puede aprender

sin trabajar? o ¿se puede trabajar sin aprender?

Educación y estado

En esta transición hacia una globalización de la

educación el Estado deberá cambiar su orientación. Es de

la mayor urgencia, en efecto, otorgar la mayor libertad

posible a los sistemas educativos nacionales para que

encuentren su propio camino y estimular en todos los casos

la competencia internacional. Los países empezarán tarde

o temprano a "vender y a comprar educación". Ya lo hacen

indirectamente a través de los medios masivos de

comunicación, pero el intercambio se hará más genuino y

efectivo con los servicios sin fronteras de una educación

digital. Veremos fructificar en los próximos años este

nuevo tipo de servicios educativos internacionales de una

manera espectacular. Los países que se nieguen a abrir sus

fronteras a este nuevo intercambio de ideas y de

conocimientos se retrasarán inexorablemente. El Estado

deberá garantizar y alentar este derecho de sus

ciudadanos de transitar sin problemas por los nuevos

territorios del mundo digital.

En suma, con el correr del tiempo, de la misma

manera que la televisión libre se infiltra hasta en los países

más totalitarios, así la educación más avanzada podrá

penetrar en todas las regiones del globo siguiendo, entre

otros medios, los caminos de las telecomunicaciones, el

turismo y el transporte. De esta manera, disminuirá la

imposición de horarios y lugares de encuentro y cada

persona o grupo podrá optar por los cursos que más le

convengan. La libertad de aprender y enseñar deberá ser

preservada en su total integridad, como lo garantizan

pero no siempre practican, las constituciones de los países

modernos.

De esta manera desaparecerán progresivamente los

territorios "cautivos" dentro del mapa de la educación, los

alumnos y sus familias buscarán maestros y docentes en

toda la red mundial de educación y elegirán a los que

mejor respondan a sus reclamos y necesidades (¿y

viceversa?). Los programas vigentes en una localidad

serán sencillamente ignorados si no satisfacen las

exigencias familiares y el apetito intelectual del alumno. Y,

lo que es más serio, nadie ni nada lo podrá impedir.

Muchos que hoy dedican su tiempo a crear programas

educativos municipales, provinciales, nacionales, o

internacionales, creyendo que pueden controlar los

contenidos del aprendizaje hasta en su últimos detalles,

serán superados por los acontecimientos en una educación

global.

No habrá lugar en el mundo globalizado para un

"pensamiento único" en la educación, para un programa

dictado por los ministerios, para un currículum impuesto

por una determinada doctrina educativa. La nueva

sociedad del conocimiento pasará por encima de todas

estas barreras, será una sociedad digital, mundial y libre.

Hay razones para creer que no postulamos una utopía.

Habrá que prepararse para ello, pero pocos son los que

han tomado conciencia de que el muro de Berlín de la

educación, que mantiene aislado a los Estados y a las

personas, ya se ha derrumbado...

CONCLUSIONES

"Muchas veces me dicen que me anticipo a propiciar cosas

que sólo serán posibles de aquí 30 o 40 años. Pero eso no es

exacto, porque preconizo lo que es actual y urgente, que ya

existe en los países adelantados, mientras que mis

contradictores no lo saben porque están 30 o 50 años

atrasados y lo ignoran."

Bernardo A. Houssay (Premio Nobel de Medicina, 1947)

Llegados a este punto intentaremos resumir los

conceptos centrales de la educación digital y esbozar

algunas conclusiones. Esperamos haber demostrado que la

era digital no nos aguarda en un futuro lejano sino que ya

vivimos en ella. Pero muchos ignoran este hecho elemental

y persisten en viejos hábitos. Nosotros no nos

adelantamos a los tiempos ni invocamos un futuro

utópico. Todo lo contrario, hemos tratado de concretar

aquí y ahora lo que ya está disponible en las mentes y en las

máquinas modernas. Hagamos un rápido repaso.

Desde el punto de vista práctico, especialmente a

aquellos lectores que aún no se han iniciado en el mundo

digital, les sugerimos comenzar cuanto antes, sin temor ni

ansiedad, pero siguiendo algunas recomendaciones que

provienen de nuestra experiencia con cientos de alumnos y

docentes. Empezar con algún curso de procesador de

textos (se pueden probar diferentes modelos de máquinas

y plataformas, luego eligirá la que más le plazca). Exigir

claridad y cursos personalizados sin jerga técnica.

Aprovechar doblemente la práctica computacional usando

programas en inglés, el lenguaje universal de Internet, que

será imprescindible para abrirse al mundo digital. Una vez

dominado el procesador de textos podrá comprarse,

entonces sí, una computadora. Pero convendrá asesorarse

bien en esta compra ya que se trata de una inversión, no es

un gasto. No conviene tampoco atarse a ningún equipo y

sistema. Le recomendamos que cambie de máquina con

cierta frecuencia y deje que su sentido común lo ayude a

dar los próximos pasos. No hay una edad para ingresar en

el mundo digital. Cada generación sabe más que la

anterior; como dice Negroponte, cada generación es más

digital que la precedente. La tecnología se simplifica

continuamente. Pueden aprender en el mismo lugar niños

de primaria con adolescentes y personas mayores, cada

cual a su ritmo y en diferentes proyectos. La educación

digital no discrimina, pero la escuela no podrá crear un

hábito digital si el docente no ha logrado incorporar la

informática y las telecomunicaciones en su vida diaria.

Desde el punto de vista teórico podemos asegurar

que el conocimiento no se deforma al transmitirse de un

punto a otro del planeta pues, en el mundo digital, todo se

"transforma" para preservar la invariancia del mensaje

original. Quien recibe es quien decide cómo procesar el

mensaje, basta que llegue en forma de bits. Por eso la

educación digital es un estilo de transmitir conocimientos

que se ha liberado de la fragmentación de los medios de

comunicación que nos obligaba a padecer las limitaciones

propias de cada canal y nos sometía a la competencia,

muchas veces salvaje, entre esos medios. En el mundo

digital, por el contrario, hay un único medio, el digital.

Por consiguiente hemos recuperado la unicidad del

mensaje educativo. Este hecho, absolutamente central,

pero aún mal comprendido, nos obliga a replantear la

centrifugación absurda de las disciplinas, a cuestionar las

bases mismas de la educación actual. Durante siglos, en

efecto, hemos levantado muros impenetrables entre los

conocimientos, entre las artes y las ciencias, al mismo

tiempo que hemos separado a las culturas, y a los pueblos,

en compartimentos estancos. Sabemos que este

parcelamiento artificial ha infligido graves heridas a la

educación en la teoría y en la práctica.

Pero ahora han comenzado a derrumbarse

estrepitosamente estos muros artificialmente construidos

por la ignorancia y la soberbia gracias al tremendo

impacto de las comunicaciones digitales. Asistimos,

reconfortados, a una vuelta a Leibniz, precursor de la

nueva era digital y enemigo de crear fronteras entre los

conocimientos y entre los pueblos. Todo mensaje que se

digitaliza se puede transmitir sin obstáculos a todo el

planeta. Por las nuevas redes digitales podrá transitar la

enorme riqueza cultural de un nueva sociedad sin

fronteras. Y un mundo mejor educado será un mundo más

justo y solidario.

Los autores

A. M. Battro es doctor en medicina (Universidad de

Buenos Aires) y en psicología experimental (Universidad

de París).

P. J. Denham es licenciado en informática

(Universidad del Salvador).